Es fácil intuir su carácter a través de su mirada, e inevitablemente su forma de ver el mundo y la fotografía. Es fácil darse cuenta de que estamos ante un observador paciente, metódico. Su olfato de cámara experimentada busca la imagen que su sentimiento ha dibujado. Porque Kake es un hombre de sentimiento, lo sé muy bien, y ese sentimiento es en realidad el dueño y señor de su manera de trabajar, de su forma de contar y transmitir. 

Su fotografía es bella, es precisa, porque es capaz de percibir el menor de los aspectos técnicos y tenerlos todos en cuenta en cuestión de segundos. Pero a pesar de todo, su fotografía es una emoción. Todavía me sorprende escucharle contar toda la historia que le llevó a pensar en esa imagen para esa pareja, por todo lo que tenía que decir, por lo mucho que quería expresar a través del lenguaje que domina como un maestro, el de la fotografía profesional, artesanal incluso. Arte y oficio se mezclan en este hombre que no pierde las ganas de evolucionar y de innovar, de sorprender y sorprenderse.

A Kake le gusta conocer a sus parejas de Novios, conocerlas en profundidad, e inevitablemente crea vínculos. Porque al final esa manera de trabajar y de sentir deja huella. Y suceden cosas como que distintas generaciones de una misma familia lo buscan a él a lo largo de los años, buscan a su fotógrafo, a su amigo. Ese hombre que ya sabe cómo tiene que hacer su trabajo, al que no hay que explicarle nada.

Todos los que hemos trabajado con Kake en algún momento ya lo conocemos. Sabemos que su concentración será absoluta, que sus cinco sentidos estarán puestos en ese momento que sabe que ha de atrapar o se le escapará de entre los dedos. Él es consciente de que en una Boda el tiempo vuela y no se puede detener. Por eso entrega todo su saber y su sentir y pide lo mismo. No es difícil confundir ese nivel de entrega en el trabajo con cierta tosquedad en el trato. Que nadie se confunda, porque Kake es un hombre cariñoso y generoso que comparte lo que tiene y lo que sabe, y lo hace de corazón, algo nada común en estos días. Se preocupa por los demás como de sí mismo sin esperar nada a cambio.

Pero al final la mejor voz para hablaros de este peso pesado de la fotografía con mayúsculas, la de verdad, es su trabajo. Una sola de sus imágenes y sucede, no hay reproche posible, hay que rendirse al inagotable saber de este hombre extraordinario.